El físico Michio Kaku imagina un futuro en el que la tecnología impulse a la humanidad hacia un «superfuturo», con dispositivos y máquinas diseñados para mejorar nuestra vida. En teoría, suena prometedor. Imaginemos que se distribuyeran dispositivos a todo el mundo que, en lugar de distraernos o aislarnos como lo hacen los celulares, realmente nos hicieran mejores personas. Eso sí que sería revolucionario.
Pero, la tecnología no nos salvará. La idea de digitalizar a una persona y sus recuerdos es intrigante, pero sin corregirla, sin cambiar su enfoque de beneficio propio al beneficio de los demás y de la naturaleza, esos avances corren el riesgo de llevarnos a un futuro oscuro. Si no logramos alinear nuestro desarrollo interno con nuestras capacidades técnicas, nos encontraremos en un mundo tan desesperanzado que la gente preferiría tomar una pastilla para escapar de él. Para que la tecnología sea de beneficio, debe ayudarnos a cambiar, de dar prioridad al beneficio propio, a beneficiar a los demás y a la naturaleza.
Por encima de nuestros sueños tecnológicos, hay una «supercomputadora» inmensa y eterna: la naturaleza y sus leyes de altruismo, interconexión e interdependencia. Los cabalistas también llaman a la naturaleza, «Creador» y otros nombres, definen una inteligencia suprema que orquesta todo para mostrarnos nuestras limitaciones e instarnos a conectarnos con ella.
¿Y qué hace a un superhombre? Un superhombre no es alguien que recopila grandes cantidades de información ni que construye maravillas tecnológicas. Un superhombre es alguien que alcanza las cualidades de amor, otorgamiento y conexión de la naturaleza.
Al elevarnos por encima de nuestras limitaciones terrenales podemos percibir y sentir una dimensión superior de existencia. Por ahora, mientras estamos en el cuerpo físico, podemos tratar de elevar nuestra actitud hacia los demás, para percibir la realidad por encima de nuestra perspectiva egoísta innata, similar en forma a la fuerza de amor, otorgamiento y conexión de la naturaleza. En este estado elevado, podremos sentir un nivel de percepción por encima de nuestra realidad actual. No es una extensión del mundo de cuatro dimensiones que conocemos, sino un plano de existencia completamente diferente.
El infinito es la conexión infinita entre nosotros y las leyes integrales de la naturaleza o como decimos en la sabiduría de la Cabalá, entre la creación y el Creador. No es una red de vínculos separados, sino un estado de fusión total ,donde todas las distinciones desaparecen. En este estado, la conexión entre el controlador y lo controlado es tan completa, que se fusiona en un todo único. Esto es lo que llamamos unidad. El propósito de la creación es unir a la humanidad con las leyes altruistas, interconectadas e interdependientes de la naturaleza —con el Creador— para que la conexión sea ilimitada y eterna.
Maestro Michael Laitaman, tomo sin ningun pudor su excelente articulo, para incluirlo en mi libro Inteligencia Artificial a un Paso de la Estupidez. Mil gracias