Uno de mis estudiantes me contó una historia sobre una mujer coreana, que voló de Seúl a California con su bebé de cuatro meses. Antes del vuelo, repartió 200 bolsas pequeñas a todos los pasajeros. En las bolsas había tapones para los oídos, caramelos y una nota:
«Hola, soy Junwoo, tengo cuatro meses y estoy volando a Estados Unidos con mi madre y mi abuela. Es mi primer vuelo y podría llorar. Mi mamá preparó dulces y audífonos para ustedes. Por favor, úsenlos si llego a causar demasiado ruido. Les ruego que no se enojen conmigo. Disculpen y muchas gracias.»
El niño, Junwoo, terminó comportándose maravillosamente y durmió durante la mayor parte del vuelo.
Podemos elogiar la actitud de la madre coreana. La pregunta es si se puede y si se debe fomentar esa característica en el hombre. Se puede y se debe fomentar, pero ¿Dónde están los maestros que inculcarán ese enfoque en la gente?
De hecho, desarrollar ese enfoque hacia los demás, a escala más amplia, depende de la educación. Requiere aprender a ver el mundo desde la perspectiva de no querer molestar a los demás y no desde la perspectiva de sentirse perturbado. Esto último es lo que somos por naturaleza: vemos desde dentro de nuestra cualidad egoísta innata que, antes que nada, calcula el beneficio propio.
Si fortaleciéramos ese rasgo a escala más amplia de educación, veríamos menos problemas en la vida. Ya se trate de divorcios, a nivel familiar o de guerras a escala nacional e internacional, en su base, está la falta de entendimiento mutuo. Si fuera posible implementar la educación de valores que enriquecen la conexión a gran escala, seríamos testigos de un mundo con menos divorcios y guerras.
Espero que así sea, aunque requiere una inversión muy importante de recursos, en especial en la educación de la gente. Pero creo que vamos hacia un estado en el que no habrá otra opción. Mientras más evoluciona la humanidad, más sufre y creo que el sufrimiento nos llevará a una coyuntura crítica en la que tendremos que hacer el cálculo preciso de cómo salir de esta trayectoria que aumenta el dolor. Me parece que ahora estamos en una etapa de transición, en la que podría ocurrir un cambio muy importante. Es necesario dar una educación de valores, que enriquezca la conexión para que sintamos necesidad de cambiar.
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