El idioma hebreo surge de nuestro diálogo con la fuente de la fuerza de la vida, la fuerza de amar, de otorgar y de conexión que, la sabiduría de la Cabalá llama “Creador”.
Según Cabalá, las letras hebreas son las formas que nuestro deseo, recibe del Creador. En otras palabras, cada letra es una nueva forma que adquirimos, cuando empezamos a ser similares al Creador.
Nuestra materia es el deseo de disfrutar, es opuesta al deseo de otorgar, que es la forma del Creador. Por eso, cuando damos la intención de otorgar a nuestro deseo de recibir, se considera que logramos una forma similar a la del Creador.
Hay 22 formas que podemos alcanzar y además, las cinco últimas letras, las MANTZEPAJ. Cuando logramos estas formas, creamos palabras y acciones espirituales. Es decir, cuando hacemos la transición del estado en el que sólo somos deseo de disfrutar en beneficio propio, al deseo de otorgar al Creador, mantenemos diálogo con Él. Nos acercamos a Él y cambiamos de acuerdo con la forma que aceptamos. Al hacerlo, expresamos nuestro deseo y nuestro lenguaje al Creador. Y Él nos comprende y nos habla a través de las letras y de sus símbolos.
Y podremos conocer al Creador cuando hayamos recibido las 27 formas y podremos identificar la forma con la que el Creador se acerca a nosotros.
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