La advertencia de Elon Musk sobre los peligros potenciales de la inteligencia artificial IA, provocó debates sobre sus riesgos y la necesidad de regularla. Gracias a varias de sus empresas, Musk está muy involucrado en la IA y destacó la amenaza que representa, dijo que tiene el potencial de llevar la civilización a su destrucción. Hizo hincapié en la importancia de que los gobiernos la regulen, antes de que sea demasiado tarde.
Las preocupaciones de Musk reflejan inquietudes más amplias sobre el futuro de la IA y su incesante progreso. Mientras más avanzamos, más cerca estamos de que el miedo distópico a que las máquinas se vuelvan contra los humanos, pase de ser fantasía a realidad potencial. Podemos ver a lo largo de la historia que los inventos humanos, incluso los aparentemente positivos, han tenido consecuencias negativas.
Dado que la naturaleza humana es egoísta y damos prioridad al beneficio propio sobre el beneficio de los demás, nuestros inventos, incluida la IA, reflejan ese egoísmo. Si bien puede haber resultados positivos en algunas creaciones humanas, dado que somos propensos a explotar, manipular y abusar de otros, por interés personal, como ganar riqueza y poder, vemos que la tecnología también alimenta actos negativos hacia los demás.
La percepción estrecha y egoísta, en gran medida limita nuestra comprensión de la realidad y por eso, cualquier transformación positiva, requiere que permitamos que las leyes de la naturaleza guíen nuestra vida y nos conectemos con las fuerzas que habitan en la naturaleza, más allá de nuestra mente y corazón,
Además de la amenaza de que las máquinas causen destrucción física en el mundo, también está la conocida amenaza del desempleo tecnológico y la idea de que gran parte de la fuerza laboral actual, gracias al desarrollo de la IA, quedará desempleada. Ya he escrito y hablado extensamente sobre este tema, de que una era post-trabajo, tiene el potencial de dar lugar a un nuevo trabajo: enriquecernos aprendiendo sobre conexión y así, tendremos un estipendio que cubra lo esencial de la vida. Aunque, también requiere un cambio de paradigma en la forma en que pensamos sobre el trabajo: que el trabajo ya no defina nuestra vida, como lo hace en la actualidad para gran parte de la sociedad, sino que adquiera una forma más precisa y la conexión humana positiva se convierta en nuestro compromiso central.
Independientemente de los cambios en tecnología y trabajo, debemos tratar de ajustar nuestra actitud mutua, elegir, una y otra vez, unidad por encima de los impulsos divisivos y, desarrollar sistemas de aprendizaje e influencia social para lograrlo. Mientras más lo hagamos, más trascenderemos nuestras limitaciones estrechas y egoístas y, activaremos una corriente más amplia hacia un mundo de armonía y paz.
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Tremenda miedosa realidad!