Científicos de la Universidad Rockefeller, hicieron una investigación para saber cómo se comportan las hormigas en temperaturas extremadamente altas. Los hallazgos revelaron un aspecto fascinante de su proceder. Cuando, en el grupo, una hormiga individual siente que aumenta la temperatura, parece seguir como si no hubiera sido afectada. Sigue su curso sin interrupción, mantiene su camino decidido, hasta que la colonia unida cambia de dirección. Las hormigas toman decisiones colectivas, muestran un notable nivel de confianza en la mente social.
La pregunta es: ¿pueden los humanos aplicar este concepto de toma de decisiones en su vida? ¿pueden alcanzar un estado similar de confianza y unidad mutua? La respuesta no es simple. Lograr ese estado, requiere un trabajo interior importante y no es de forma instintiva, como los movimientos coordinados de las hormigas, los pájaros o los peces.
En el caso de estos animales, sus acciones sincronizadas son instintivas. Por el contrario, para los humanos, alcanzar un estado de unidad y confianza colectiva, requiere esfuerzo e intención conscientes. Es un tipo diferente de unidad.
La idea de que los humanos alcancen un estado en el que se sientan conectados como si existieran en “un solo aliento”, de hecho, es el objetivo por el que debemos luchar. Esa unidad sucede gracias a un proceso deliberado. Implica alinear nuestras peticiones y demandas en congruencia con las leyes integrales de la naturaleza.
Las leyes de la naturaleza desarrollan todo y a todos, hacia estados superiores de unidad. Cuando alcanzamos ese estado entre nosotros y con la naturaleza, las preocupaciones egoístas se disiparán a medida que nos sumerjamos en la conciencia de unidad.
El estado de unidad con las leyes de la naturaleza se aplica a todos y da como resultado que se forme un solo cuerpo y corazón, muy parecido a los movimientos sincronizados de hormigas, pájaros y peces. Pero, a diferencia de los animales que actúan de forma instintiva, los humanos necesitan participar en las leyes de la naturaleza para activar su unidad.
Surge la pregunta: ¿por qué somos testigos de estos comportamientos sincronizados en el reino animal? ¿está previsto que los humanos vean y posiblemente envidien a esas criaturas? El propósito para observar estos fenómenos naturales es ilustrar la posibilidad de lograr un estado de adhesión, un estado de unidad total, donde los individuos, voluntariamente anulen su ego, por el bien colectivo.
En última instancia, el destino final de la humanidad es alcanzar ese estado, aunque somos egoístas por naturaleza y queremos disfrutar a expensas de los demás y de la naturaleza. Sólo podemos encontrar verdadera felicidad y plenitud superando estas tendencias innatas y abrazando la unidad con los demás. En cierto sentido, la existencia de nuestro ego crea el telón de fondo en el que sentimos alegría al alinearnos con las leyes de la naturaleza y estar juntos.
Este estado de unidad no elimina la presencia del ego humano (deseo de disfrutar a expensas de los demás), pero permite que los individuos se eleven por encima de él. El ego permanece, pero el amor y la conexión lo anulan. Como se dice, «El amor cubrirá todas las transgresiones», es decir, el ego persiste bajo la superficie, pero por encima, prevalecen la conexión y el amor.
De hecho, los humanos somos diferentes de las hormigas, porque podemos sentir felicidad y revelación. A diferencia de las hormigas, cuyas acciones sólo son impulsadas por el instinto, nuestra capacidad de sentir placer y felicidad depende de nuestra capacidad para superar nuestros impulsos egoístas y abrazar la unidad. Sólo con ese esfuerzo consciente, podemos alcanzar la verdadera felicidad.
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