Puede parecer contradictorio que los adultos jóvenes vivan con sus padres. Pues, los jóvenes quieren su independencia; quieren triunfar, lograr cosas y dejar su huella en el mundo. Incluso si no son grandes triunfadores, ciertamente no quieren que sus padres se entrometan en su vida personal. Entonces, ¿por qué se mudan de nuevo a casa o se abstienen de salir de ella?
Hay varias razones y en diferentes niveles. En un nivel más superficial, ya no estamos tan seguros de cómo debemos manejar nuestra vida ni de hacia dónde se dirige el mundo. Los colapsos personales y nacionales se han vuelto más comunes y nuestra confianza en nosotros mismos y en nuestro futuro, como individuos y como sociedad, se desplomó. Ya no aspiramos a conquistar el mundo ni a dejar huella, “ser alguien”, como solían decir los jóvenes. Ya sólo aspiramos a salir adelante.
Es claro que no todo el mundo está en ese estado, pero las estadísticas hablan por sí solas; le está sucediendo a mucha gente. Como resultado, en lugar de arriesgarnos y saltar de cabeza a las aguas profundas de la vida, sólo sumergimos el pie en ellas para probar la temperatura. Hasta que estamos seguros de que las cosas saldrán bien, nos aventuramos a entrar.
En un nivel más profundo, hay una sensación de falta de sentido que está surgiendo poco a poco en la conciencia de los adultos jóvenes. No es que los jóvenes de hoy no quieran disfrutar de la vida y no es que tengan miedo de ser lastimados por los obstáculos de la vida; es que las tentaciones que ofrece la vida, como dinero, poder y fama, simplemente ya no les atraen. No encuentran atractivos los trofeos de nuestra generación y no tienen otros premios que perseguir. Por eso muchos están deprimidos. Cuando tienes todo lo que necesitas para vivir, pero no tienes una razón para hacerlo, no puedes evitar sentirte miserable. Algunos son conscientes, otros no y se puede ver a través de su frenética búsqueda de experiencias que los lleven al límite, como deportes extremos, drogas duras, violencia y adicciones diversas.
Esta sensación de falta de sentido es el quid de la cuestión. En una era donde todo se comparte, donde cada producto se fabrica y ensambla en veinte países diferentes, una mentalidad individualista es opuesta al flujo de la realidad y esto es lo que estamos intentando hacer. No es de extrañar que no podamos entender la vida; ¡Pensamos en la dirección opuesta al curso de la vida!
Hoy, para encontrar satisfacción en la vida, debemos incorporarnos positivamente a la sociedad, convertirnos en elementos que contribuyan a su prosperidad. La cultura del ¡Yo! ¡Yo! ¡Yo! se agotó y poco a poco va surgiendo su opuesto: el ¡Nosotros! ¡Nosotros! ¡Nosotros! se acerca.
Alguien conectado a la sociedad, siente no sólo esa sociedad, sino el fluir de la vida a través de ella. La sociedad es un medio para conectarse a una estructura mucho mayor y más profunda: la realidad en su totalidad. La realidad o la naturaleza, lo incluye todo. En su interior todo está interconectado de innumerables formas. Necesitamos una sociedad para comenzar a desarrollar conexiones mutuas, aprender a interactuar y comenzar a sentir las conexiones e interacciones que lo impregnan todo. Sólo si podemos aprovechar el mecanismo integral de la realidad, sentiremos que nuestra vida tiene sentido, que sabemos cómo vivirlas y entendemos hacia dónde va.
Buen día, sería una bendición que los jóvenes despertaran ante lo que está pasando, me entristece y duele ver la obstinación y terquedad de mi familia 😞 muchas gracias x compartir. Bendiciones infinitas 🙏
Una educacion en pensamiento plural de pertenencia a ello nos haria una socidad solidaria o nos haria iresponsables de nuestros actos individuales