Los bosques siberianos, en todas partes, están siendo consumidos por el fuego; Turquía, Alemania, Bélgica, Reino Unido y varios otros países europeos se están ahogando en inundaciones en pleno verano; Columbia Británica y el noroeste de EUA se están recuperando del llamado «domo de calor» que los cubrió hace poco más de una semana, con temperaturas de más de 49°C, derritió carreteras y cobró cientos de vidas. Esto, junto con otros innumerables problemas de «rutina», que parecen acumularse más cada día, exacerban la sensación de que el mundo se está saliendo de control. Antes de resolver un problema, aparecen dos nuevos y siempre con una gravedad récord. Realmente ¿no hay nada que podamos hacer?
De hecho, hay mucho, pero requiere un gran compromiso de todos. Hay dos niveles para hacer frente a las crisis: el nivel particular y el nivel general. El nivel particular es lidiar con las crisis de una en una. Aquí, lo principal que tenemos que desarrollar es: cooperación. Por ahora, cada país está lidiando con sus crisis por sí solo. En un mundo globalmente conectado, este es un enfoque patético. Si algo nos ha enseñado la pandemia es que una infección en una parte es una infección en todas partes. Pero dado que cada país (con algunas raras excepciones) se preocupa sólo por vacunar a su propia gente, los países que no pueden lidiar con el problema de manera efectiva se convierten en focos de nuevas cepas, que luego se propagan a países ya vacunados y eso hace que las vacunas sean mucho menos efectivas.
El nivel general se deriva del nivel particular. Para cooperar, debemos tener cierto sentido de solidaridad o al menos darnos cuenta de que dependemos unos de otros. De hecho, dependemos incluso para lo más básico: comida, agua, ropa, atención médica, vivienda y educación. Las economías están totalmente entrelazadas, pero de alguna manera, queremos destruirnos unos a otros, como si nuestro propio país no fuera a ser destruido también.
Cuando amenaza un peligro común –inundación, incendio forestal-, los animales dejan de cazar entre ellos. Los humanos, la cúspide de la creación, carecen de este sentido común. En lugar de huir juntos, intentamos explotar incluso la tribulación común para lastimar a otros. Ni siquiera nos importa que al hacerlo, estemos cortando la rama en la que estamos sentados, siempre y cuando seamos los últimos en caer.
Ese egoísmo es nuestro problema central. Para solucionarlo, debemos unirnos contra él. No unos contra otros, sino contra nosotros mismos, contra nuestra propia naturaleza egoísta. Si todos nos comprometemos a crear un entorno social positivo, todo cambiará. Dado que dejaremos de explotarnos unos a otros, no tendremos necesidad de agotar los recursos de la Tierra y la tendencia negativa del cambio climático cambiará. A medida que la crisis se calme, podremos destinar más recursos a ayudar a los menos afortunados y la humanidad se beneficiará de esta nueva actitud.
Ésta no es tarea de los gobiernos. Los gobernantes son los que se destacan en los rasgos que la sociedad valora. En una sociedad egoísta, los gobernantes son los más egoístas. Como resultado, no pueden liderar la transición hacia una mentalidad no egoísta. Sería una tontería esperar que lo hicieran. Por eso, esta tarea incumbe a todos. Debemos apoyarnos mutuamente para cultivar la responsabilidad y el cuidado mutuos. Si somos lo suficientemente valientes para hacerlo, transformaremos nuestro mundo más allá de nuestros sueños más locos. Si no lo hacemos, como leí el título de un periódico, “El verano más caluroso que hayas sentido, será el verano más fresco del resto de tu vida” o tal vez, mucho peor.
Gran verdad!!! Mi lucha de cada día, me cansa. Cómo lidiar con ese mounstro estúpido y rabioso para lograr que marche al parejo de lo que se y quiero. Un nuevo estado de conciencia. Sólo con la soberanía de DIOS. Muchas gracias. Me han ayudado mucho. Dios los bendiga grandemente 🙏🌹🙏🙏🙏