Cuando llegué a Israel en 1974, me enviaron a un hotel que alojaba a nuevos Olim (judíos que acababan de emigrar a Israel). A cada familia se le dio una habitación, allí dormimos, comimos y aprendimos hebreo. Un día me enteré que uno de los meseros que nos atendía en el comedor, en realidad era el dueño del hotel. Donó su hotel para ayudar a los nuevos Olim en sus primeros pasos. Yo estaba asombrado al descubrir que había gente con ese espíritu. Ese hombre fue un verdadero pionero y fue ese espíritu lo que lo impulsó a hacer lo que hizo. Su espíritu no le permitió quedarse quieto, lo impulsó a hacer algo importante en su vida. Hoy ese espíritu es una rareza y necesitamos desesperadamente encontrar forma de traerlo de vuelta a la vida.
El espíritu pionero existe en el corazón de cada judío. Pues, todos son descendientes de pioneros que allanaron el camino para un nuevo modelo social de responsabilidad mutua y solidaridad, inédito en ese momento. Hasta que Abraham comenzó a difundir sus ideas sobre la misericordia y el amor a los demás y hasta que Moisés convirtió a los descendientes del grupo de Abraham en nación, la idea de una nación que trascendiera su ego, era impensable. La conducta predominante era que el fuerte gobierna y subyuga o aniquila al débil, tanto entre naciones como entre individuos. Pero, aquí, hubo un concepto nuevo, descrito por el rey Salomón (Proverbios10:12): “El odio suscita contiendas y el amor cubrirá todos los crímenes”.
La regla de oro, «Ama a tu prójimo como a ti mismo», representa el núcleo del judío. No es un mandamiento de hacer o decir algo. Tampoco es un mandamiento de alabar o adorar a una deidad. Es el mandamiento de amar a los demás tanto como te amas a ti mismo.
Los pioneros que establecieron el Estado de Israel, hicieron un gran trabajo al fundar un país soberano en una tierra, en aquel entonces, en gran parte pantanosa y desértica y contra seis ejércitos de carga que buscaban aniquilar la presencia judía en el Medio Oriente. Aún así, terminaron el trabajo. Establecieron un Estado y ahora, depende de nosotros nutrir el alma y el espíritu de ese estado para que merezca el nombre de «Estado de Israel», un país que santifica una ley única: «Ama a tu prójimo como a ti mismo».
Si damos el siguiente paso y llenamos el corazón del pueblo israelí con el espíritu israelí de solidaridad, responsabilidad mutua y sobre todo, amor al prójimo, será nuestro triunfo final. Nadie desafiará nuestra presencia aquí, porque entenderán que no estamos aquí por nosotros mismos, sino para el mundo, para cumplir con nuestra misión y ser luz para las naciones, para que llevemos la luz de la unidad y la amistad por encima de las diferencias y conflictos. Si nos elevamos por encima de las divisiones internas, hacia la unidad y el amor, completaremos la tarea de nuestros antepasados y su espíritu pionero de cuidar a los demás se extenderá por el mundo.
Por eso, la única guerra que debemos librar es contra nuestro ego. La única victoria que necesitamos es la victoria de la unidad sobre la división.
Buen día. Gracias por sabía reflexión , respecto a la «regla de oro: «amar al prójimo como a mí mismo. Ha sido una gran lucha por saber co debo amarme y no como lo hago el ego, ese monstruo estupido y rabioso que tengo que estar alerta con mis pensamientos, juicios y actitudes. Pero en Dios es mi roca fuerte y entregar mi vida y voluntad a El. Muchas gracias. DIOS los bendiga grandemente.