Foto: Una mujer sostiene un cartel anti sionista frente al consulado israelí en Manhattan. Las hostilidades entre Israel y Hamas se intensificaron de la noche a la mañana, con 35 palestinos asesinados en Gaza y 5 en Israel, son los intercambios aéreos más intensos en años. El centro de Israel fue golpeado por una ola masiva de disparos de cohetes desde Gaza, poco después de que Hamas advirtiera sobre un bombardeo en el área de Tel Aviv, si las FDI no detenían los ataques aéreos que golpeaban edificios civiles dentro de la Franja de Gaza. Según las FDI, en 18 horas, se dispararon 300 cohetes desde la Franja de Gaza. Hamas fue designado grupo terrorista por EUA y por la UE. (Foto de Ron Adar / SOPA Images/Sipa USA)
Algo que destaca a las campañas electorales en Israel es, el autoodio. Algunos partidos en el parlamento israelí, son abierta y explícitamente anti sionistas. Es decir, se oponen a la existencia misma del Estado judío. Hay pruebas, sobre todo en la libertad de expresión que existe en Israel, pero lo que es verdaderamente único es que hay muchos judíos, entre los líderes de estos partidos, que apoyan a los terroristas y al terrorismo, niegan el derecho de Israel a defender a sus civiles, lamentan la pérdida de terroristas y no lamentan la muerte de civiles desarmados en ataques terroristas.
En cualquier otro país, serían considerados traidores. En Israel se expresan libre y abiertamente, en nombre de la libertad de expresión y, el Estado de Israel, no se siente con derecho a detenerlos.
Para los judíos, este tipo de autodesprecio no es nuevo. En los días del Tercer Reich, algunos judíos eran tan apasionados de la ideología nazi como los nazis alemanes. En los días de la Inquisición española, hubo judíos y ex judíos que personalmente persiguieron a los judíos. En los días de la Gran Revuelta, el comandante del ejército romano que destruyó Jerusalén y el Templo, era judío y la lista sigue y sigue.
El autoodio va de la mano con el judaísmo desde sus inicios, porque el pueblo judío fue fundado para corregir al mundo. Inventamos el término Tikkun Olam (corrección del mundo), y hasta hoy, debatimos sobre su significado. Es decir, aún sentimos que debemos participar en la corrección del mundo, pero no estamos seguros de cómo debemos hacerlo ni siquiera sabemos qué es la corrección del mundo.
Cuando un judío odia a los judíos, en realidad, no odia a los judíos, niega su responsabilidad personal, es el intento de evadir su obligación de contribuir a la corrección del mundo.
Pero así como el profeta Jonás no pudo huir de su misión de salvar a la ciudad gentil de Nínive, los judíos no pueden escapar de su misión de salvar al mundo. El libro de Jonás se convirtió en la pieza central de la oración final del día judío de la expiación, precisamente para recordarnos nuestra misión.
Las naciones, por su parte, nos odian porque sienten que dependen de nosotros. Nos culpan de sus males. Es posible que no entiendan que estamos destinados a aliviar sus dificultades, pero sienten que es nuestra responsabilidad.
Tienen razón; sus males son nuestra responsabilidad. Tikkun Olam depende de nuestra actitud. Aunque, no depende de nuestra actitud hacia ellos, sino hacia nosotros mismos. Nos convertimos en nación cuando prometimos amarnos unos a otros “como un hombre con un corazón”. Cuando lo logramos, se nos encargó ser “luz para las naciones”.
En otras palabras, lo único que debemos hacer es unirnos como un hombre con un corazón y así, seremos luz para las naciones. Nuestra responsabilidad con el mundo es unirnos, como lo demuestra nuestra historia de odio mutuo, aunque es mucho más fácil decirlo que hacerlo. Lo último que queremos es otro episodio de judíos masacrando judíos, como sucedió en Jerusalén antes de que el comandante judío del ejército romano entrara para terminar de destruir la ciudad.
No podemos escapar de nuestra misión. Hay odio a los judíos porque los judíos se odian entre ellos. Cuando los judíos se alejan de los judíos y se acercan a sus enemigos, no los apaciguan, por el contrario, intensifican su odio, porque al odiarnos entre nosotros y amar a nuestro enemigo, nos alejamos más de la unidad y nos adentramos más en la división. Nuestro único remedio contra el antisemitismo es la unidad interna. La cura del antisemitismo, radica sólo en que los judíos curen su odio mutuo.
Completamente de acuerdo doctor Laitman, es la cruel y cruda realidad. Tenemos mucho trabajo cuesta arriba. La palabra mágica es acción.