Estamos a punto de celebrar el Año Nuevo judío, un Rosh HaShaná como ningún otro. Las sinagogas del mundo están ajustando sus servicios a las restricciones de la Covid-19 que limitan las reuniones físicas. Además de la pérdida de vidas, miembros individuales y congregaciones enteras, se han visto profundamente afectados por los golpes económicos que causan estragos en olas y que alientan a los antisemitas a culpar a los judíos por la creación y propagación del virus. Un futuro sombrío parece el escenario más realista, pero esto definitivamente puede cambiar si tan sólo vemos nuestro destino como un proyecto único y perfectamente compartido.
Ahora está sucediendo lo contrario. Dentro de los judíos de Estados Unidos, la división, el odio mutuo y las disputas, señalan una fragmentación interna que pone en peligro la continuidad de una vida judía vibrante, ahora y, para las generaciones venideras. En Israel, la política y quién es considerado judío, son temas, entre otros, que provocan enfrentamientos candentes dentro de nuestra comunidad.
Curiosamente, la Covid-19 llegó sin poner atención en quién es religioso o secular, de izquierda o de derecha. Pero, no vemos el panorama total, que es una crisis amenazante, causada por un virus, que no ignora a nadie. La Covid-19 apareció y detuvo en seco la vida normal con el claro propósito de hacernos reflexionar sobre nosotros mismos y nuestras perspectivas egoístas hacia los demás y hacia el entorno.
¿Cómo podemos captar una visión global cuando estamos tan ocupados con disputas y peleas?
Lamentablemente, entramos en la temporada de fiestas con los ojos vendados, preocupados por volver a la rutina y a nuestras luchas de poder habituales y sólo por nuestros intereses personales.
Ya es hora de que nos detengamos y nos aferremos firmemente al nuevo año como una oportunidad única para introspección y cambio. Rosh HaShaná, del hebreo “Rosh HaShinui”, marca no sólo el comienzo del calendario hebreo, también simboliza la renovación, un tiempo para la evaluación interna de nuestros pensamientos hacia los demás y de la intención detrás de nuestras acciones.
Actualmente nos gobierna nuestro intelecto que inmediatamente hace cálculos sobre cómo perseguir mejor las relaciones egoístas en beneficio propio, provocando separación y conflicto. Llegó el momento de inspirarnos en una mentalidad superior, más integral y estable, que nos ayude a abrir los ojos, a reconocer nuestras luchas agotadoras e infructuosas en la vida y a elegir el cambio.
¿Cómo se puede hacer una transformación tan importante?
Con el poder de la naturaleza, una fuerza que trabaja consistentemente para unir todos los detalles de la realidad que nos rodea y que conecta a todos como uno, que trasciende nuestros puntos de vista limitados y egoístas y, asegura un cambio profundo.
Nuestro problema es que actualmente estamos en estado opuesto a la naturaleza, en ella todo funciona en equilibrio. Con nuestra falta de integración con el sistema en el que vivimos, con nuestras relaciones mutuas rotas, la naturaleza seguirá aumentando el impacto de la pandemia hasta que reaccionemos y nos unamos.
Nuestra vida está regida por cierres, restricciones, incertidumbres y cada golpe sucesivo será aún más doloroso que el anterior, hasta que hagamos esfuerzos por mejorar la conexión de nuestras relaciones humanas.
Sin embargo, no es necesario esperar a que la situación empeore. Las cosas pueden mejorar si nos preguntamos cuál es la causa principal del coronavirus, si aprendemos de la vida lo que es esencial para que existamos y nos acercamos a otros de forma más sana y considerada. Igual que el mundo natural, redondo y conectado que nos rodea, la naturaleza trata de enseñarnos a vivir en armonía y paz, con el deseo de hacer el bien a los demás, implementando el principio judío fundamental, «ama a tu prójimo como a ti mismo» y transformando nuestro corazón.
Despertamos la fuerza que impulsa el cambio positivo, cuando damos un paso hacia la conexión, cuando nos acercamos y reducimos las enormes brechas entre nosotros. Podemos hacerlo en contra de nuestro deseo o de forma proactiva con el corazón abierto. Ni siquiera necesitamos borrar los sentimientos negativos ni nuestros desacuerdos, sólo superarlos con el espíritu de «el amor cubrirá todos los delitos». (Proverbios 10:12)
En pocas palabras, el poder del amor que activamos en la conexión de nuestros corazones, por encima de todo lo que nos desgarra, es precisamente lo que endulzará nuestro destino como pueblo judío y como individuos y nos mantendrá fuertes y saludables. ¡Feliz Rosh HaShaná!
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