En California, barrios enteros están envueltos en llamas; miles de personas han sido evacuadas de su hogar. Una tormenta de verano histórica e inusual y raros rayos masivos combinados con un calor récord que desató incendios devastadores en todo el estado dorado. El Valle de la Muerte reportó temperaturas de 54°C, lo que se cree que es la temperatura más alta jamás medida en la Tierra, se atribuye al cambio climático. Otros desastres naturales en el mundo ponen en peligro nuestra existencia, ¿qué trata de decirnos la naturaleza? Su mensaje es claro. Somos huéspedes no deseados en este planeta, a menos que cambiemos.
El calentamiento global no sólo provoca incendios, problemas agrícolas, escasez de agua y pone a algunas especies en peligro de extinción. También se le atribuye que los glaciares en Groenlandia y otros lugares se derritan, hasta el punto de no retorno, eso elevará peligrosamente el nivel del mar. Se dice que hay acciones que podemos tomar para frenar el calentamiento global; como reducir las emisiones de gases del sector industrial, pero hay tantos intereses económicos y personales que en realidad, se hace muy poco.
Si el ecosistema continúa deteriorándose a este rápido ritmo, la mitad de la humanidad puede extinguirse y la mitad que sobreviva tendrá que cambiar su forma de vida de un extremo a otro. Continuar con nuestro enfoque de «seguir como de costumbre» a pesar del clamor de la Tierra, es extremadamente peligroso.
El hombre es una criatura muy delicada. Necesitamos muchas condiciones para vivir y demasiados factores nos afectan: terremotos, tormentas, plagas. Los problemas que enfrentamos son de alcance mundial; por lo tanto, las soluciones requieren un pensamiento global. Sí, pensamiento. Todo comienza en nuestro pensamiento.
La gente piensa sólo en sí misma, en lo que le molesta y en que puede lograr grandes beneficios. Además, las organizaciones internacionales, que se supone que deben salvaguardar nuestro planeta, fallan la prueba una y otra vez. Todos los países están ocupados desarrollando armas y poder económico, luchando contra otros en todo tipo de ámbitos y pensando que así, tendrán el control. Si un desastre ecológico no nos afecta directamente, no nos importa.
Aún no nos damos cuenta de que el planeta es nuestro hogar común y todo lo que sucede en él, genera una cadena interminable de reacciones que eventualmente nos afectarán. Algún día tendremos que entender que los problemas comienzan con la naturaleza egoísta del hombre, que opera desde una visión individualista, egocéntrica, explotadora y estrecha y quiere todo para sí misma. Mientras no se trasciendan las fronteras individuales y nacionales y comencemos a pensar globalmente, nada ayudará.
A veces es el turno de un país de sufrir desastres naturales, luego es el turno de otro. Pero en general, no habrá ningún lugar en la Tierra que no enfrente problemas. El coronavirus es el primer desastre global, hay muchos otros esperando tras bastidores, por si es necesario. Es la forma que tiene la naturaleza de hacernos sentir en nuestra propia piel, que somos parte de un sistema.
Incendios destructivos que arden entre nosotros
Las calamidades ecológicas hacen que la gente crea que la naturaleza se volvió loca. No es el caso. Simplemente se comporta de acuerdo con leyes de causa y efecto del sistema integral en el que vivimos, un sistema que une todos los detalles de la realidad. Lo que sucede dentro de la Tierra, en su superficie y en todo el universo, está vinculado e interconectado porque la naturaleza es una.
Los humanos, por nuestra parte, debemos comprender que el estado de la naturaleza depende de nuestras relaciones mutuas y de nuestra capacidad para adaptarnos a la naturaleza integral, es decir, tomar sólo lo necesario para nuestra supervivencia y el buen funcionamiento del sistema, en lugar de pensar sólo en cálculos egoístas.
¿Cómo son las relaciones humanas y qué sucede en la naturaleza? Hay cuatro niveles en la naturaleza: inanimado, vegetal, animal y humano. Todos, menos el hombre, existen de acuerdo con las leyes de reciprocidad y equilibrio de la naturaleza. Los otros niveles no tienen libre albedrío en absoluto; actúan por instinto, toman sólo lo necesario para su supervivencia. Por el contrario, el humano es el único que hace atrocidades en la Tierra y lo hace con intención, consciente, para causar daño. Por eso, la reacción negativa que recibimos de la naturaleza es sólo consecuencia de nuestros actos. En pocas palabras, nosotros mismos atraemos estos golpes.
La humanidad aún no tiene un plan para salvar al planeta, en su lugar, sólo apagamos fuegos. Y la verdad es que, el fuego más destructivo que debemos apagar es el que arde en nuestro interior, en nuestras relaciones mutuas. El ego del hombre casi alcanza el punto de quemar a la naturaleza, sólo para su beneficio propio.
Si tratamos de construir un sistema armónico de relaciones humanas, la naturaleza se calmará. La solución integral al peligro ecológico y social que enfrentamos, radica en nuestro esfuerzo por la conexión global, en la que sentiremos que dependemos de los demás. Y, lo pensaremos dos veces antes de maltratar a otros. Por eso, sólo con responsabilidad mutua lograremos el estado de ánimo adecuado para salvar nuestra casa común y vivir de manera segura y feliz bajo un mismo techo: nuestro planeta.
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