“El hombre nace libre, pero en todas partes está encadenado”, dijo en su momento Jean-Jacques Rousseau. ¿Quién nos pone las cadenas que nos niegan la libertad? Esa es la pregunta. ¿Es el medio ambiente o nosotros mismos? ¿o es la naturaleza de la vida? La respuesta depende de la profundidad de nuestra contemplación.
Desde la infancia, la gente está obligada a hacer muchas cosas. Los bebés nacen y son educados de cierta forma como parte de su desarrollo. Incluso, por ejemplo, si no quieren tomar su medicina, se les da. Luego los envían al jardín de niños y a la escuela. Tienen que levantarse temprano, organizarse con prisa, seguir un horario rígido todo el día, escuchar cosas que no necesariamente les interesan y hacer la tarea. Cuando criamos a nuestros hijos y los preparamos para la vida, no tienen libre albedrío.
Pero como el hábito se convierte en segunda naturaleza, no sentimos que estamos esposados. Nos acostumbramos a los límites y condiciones establecidos y nos sentimos libres dentro de esos límites. Inconscientemente dejamos que la vida nos impulse: estudios, carrera, familia, estatus, éxito.
Para algunos surge la cuestión de la libertad y la independencia: ¿Para qué vivo realmente? ¿cuál es la esencia y el significado de mi vida? Simplemente comprar una casa, un automóvil, ir de vacaciones de vez en cuando, no puede ser todo lo que hay en la vida. Incluso si hubiera un nuevo descubrimiento para prolongar la vida con buena salud, ¿me daría eso sensación de libertad y me haría más feliz? Estas son las grandes preguntas finales que cada uno, eventualmente enfrentará.
La miseria, en su esencia, surge de comprender que nuestra vida es limitada y carente, sin una meta grande y clara que podamos alcanzar. Literalmente, este es el sentimiento de esclavitud. Si en el pasado la gente lograba apagar el cuestionamiento interno, enterrándose en misticismos y religiones, hoy funciona cada vez menos. Ya no tiene un propósito.
Hay quienes creen que ser libre es ser independiente, no depender de los demás. ¿Es incluso posible? Porque ya sea que sea empleado o independiente, empresario, empleado subalterno o ejecutivo, sigo dependiendo de muchos factores que me limitan.
Si pudiera escapar de las limitaciones y dependencias de los demás a una isla desierta, estar en una playa que me pertenece sólo a mí, completamente solo, ¿podría decir que soy libre? A cada momento surgirán nuevos deseos y me obligarán a satisfacerlos a toda costa.
Así, a medida que profundizamos en la cuestión de la libertad, descubrimos que es una noción muy vaga. La vida tiene su propia dinámica y evolucionamos de año en año. Tarde o temprano, incluso si nuestras necesidades materiales estuvieran satisfechas y hubiera abundancia de todo en el mundo, la pregunta «¿para qué vivimos?» nos acosaría de nuevo.
Eventualmente, cada uno descubrirá que la libertad personal sólo puede lograrse construyendo un nuevo tipo de relaciones recíprocas, buenas e ilimitadas. La evolución nos está llevando a nosotros, a la raza humana, hacia una conexión integral y dentro de esa conexión, descubriremos un tipo de vida completamente nuevo
Como niños que corretean por la casa en alegre abandono, junto a su madre, que saben que los cuidará y preparará todo lo bueno para ellos, un sentido de libertad crecerá dentro de nosotros a medida que desarrollemos amor y cercanía en nuestras relaciones. Habrá seguridad de que no tengo que defenderme de ti ni tú de mí; mi corazón estará abierto para ti y el tuyo para mí.
La conexión humana genuina de cuidado y consideración mutuos nos librará de la preocupación y nos liberará de estrés, problemas y luchas. El poder de amor y generosidad llenará toda la creación, esta es la fuerza integral que conecta todas las partes de la naturaleza en un maravilloso tejido sin costuras, para una existencia satisfactoria y plena
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