Primero, ¿quién o qué es el Creador? Según la sabiduría de la Cabalá, el Creador es la fuerza de amor y otorgamiento que creó y sostiene la realidad. Además, comprendemos la definición de esa fuerza en nuestro propio logro, es decir, elevándonos por encima de nuestra naturaleza egoísta innata y asemejándonos a la fuerza de amor y otorgamiento en nuestra intención. Pero, aunque podemos alcanzar al Creador, no podemos alcanzar ni saber qué le dio origen.
Cuando logramos alcanzar al Creador, podemos unirnos a Él, con la misma intención de amor y otorgamiento. Es decir, dado que alcanzamos el estado del Creador (la intención de amar y otorgar por encima de nuestro deseo innato de recibir), llegamos al grado de equivalencia con Él y en consecuencia, nos embarcamos en cierto viaje con Él. Y el Creador nos saca de nuestro estado egoísta actual y nos lleva a lugares distantes, totalmente desconocidos de nuestra percepción actual de la realidad. Los cabalistas denominan estos logros el séptimo, octavo, noveno y décimo milenio.
El estado de nuestra conexión máxima con el Creador se llama «6,000 años». Luego viene Shabat, el llamado “séptimo milenio”, donde estaremos totalmente conectados entre nosotros, gracias a la revelación del Creador: la fuerza de amor y otorgamiento que creó ese estado. Después de nuestra conexión total, durante el séptimo milenio, viajamos junto con el Creador a un lugar desconocido y haremos la transición al siguiente estado.
El cabalista Yehuda Ashlag (Baal HaSulam) escribió sobre el décimo milenio, pero para nosotros es incomprensible e imposible de imaginar, porque una conexión así, está más allá del alcance de nuestros sentidos y de las posibilidades de análisis de nuestra mente.
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