Todos vivimos en nuestra propia burbuja y no necesariamente es malo. Nuestra burbuja se caracteriza por no sentir ningún deseo más allá de ella.
Por ejemplo, en mi vida física personal, apenas salgo de mi habitación. Ahí vivo y trabajo. A veces salgo y viajo, pero sólo si hay necesidad y lo planeo con antelación. Vivir en una burbuja así, tiene muchas ventajas, porque me permite sentir que dispongo de los medios óptimos para enseñar a mis alumnos y crear contenidos al servicio de la humanidad.
Sin embargo, vivir en una burbuja física, no es que viva dentro de una burbuja perceptiva, es decir, la burbuja de mi conexión con el mundo y con los demás. Tengo muchos medios de comunicación: internet, televisión, radio y también tengo unos cuantos miles de estudiantes en todo el mundo y millones de personas que regularmente encuentran las enseñanzas que difundo. ¿Esa es mi burbuja? Algunos dirían que sí, aunque llega a unos cuantos millones de personas, no deja de ser una burbuja.
Todos vivimos en un pequeño planeta que flota en un universo, que también es una burbuja. Todo es una burbuja, incluido nuestro universo. ¿Quién realmente sabe cuántos universos hay? Todos vivimos en una determinada burbuja y es natural, positivo y correcto vivir así.
Las burbujas perceptivas están formadas por nuestro carácter, nuestra naturaleza, nuestra visión de la vida, la forma en que estamos construidos por dentro y la forma en que percibimos el mundo. En los niños podemos ver que cada uno tiene una percepción y un enfoque del mundo únicos y no podemos cambiar nada.
La Torá nos instruye a criar a los niños según el camino de cada uno. Por eso, todos nos formamos en una determinada percepción de la realidad, esa es nuestra burbuja y fuera de esa burbuja, desde esa burbuja o dentro de esa burbuja, nos relacionamos con todo en la vida. No podemos decir si es bueno o malo. Simplemente así vivimos.
Lo mismo ocurre con los animales y con todo lo que sienta y responda según la influencia de la naturaleza que nos rodea. Vivimos de acuerdo con un determinado enfoque y actitud y así respondemos, con nuestras cualidades internas, a la naturaleza que nos rodea y así vivimos en una burbuja, la burbuja de nuestra relación con el mundo.
Tenemos la burbuja en la que vivimos instintivamente, es decir, la burbuja en la que nos puso la naturaleza. Y también está la cuestión de, hasta qué punto estamos encerrados en nuestra burbuja, sin querer salir de ella y hasta qué punto nos dedicamos a algún ideal u objetivo que empuja los límites de nuestra burbuja.
Excelente..Muchas Gracias