Hace muchos años, no mucho después de haber comenzado a estudiar la sabiduría de la Cabalá con mi maestro Rabash (Rab Baruj Shalom Ashlag), recibí una carta de un hombre que estaba encarcelado en un centro penitenciario en Siberia. En aquel entonces, en la Unión Soviética, esas prisiones eran conocidas como lugares despiadados, donde no muchos sobrevivían. No sé cómo llegó la carta a mis manos, pero su autor escribió en un hebreo elocuente y poético sobre su calvario en la prisión. Describía hambre, frío y condiciones inhumanas. Pero, lo que más me llamó la atención, fue que nunca había tenido educación judía y nunca había estado expuesto al hebreo; el idioma simplemente «le cayó».
Le pregunté a Rabash si podía, alguien que no era judío y que nunca había aprendido hebreo, de repente, conocer el idioma de forma tan íntima. Rabash explicó que, a veces, el sufrimiento extremo puede hacerlo. Cuando el sufrimiento es demasiado grande y demasiado largo para soportarlo, el ego se rompe tanto que parece desaparecer por completo. En ese momento, el hombre comienza a conectarse con toda la realidad.
El libro del Zóhar, en el ensayo sobre las letras, explica que el alfabeto hebreo está formado por puntos y líneas que se conectan. Cada combinación crea una letra diferente, que en conjunto forman palabras, oraciones y el lenguaje. Estos puntos y líneas que forman las letras representan las interacciones entre las fuerzas de la realidad, la que da y la que recibe. Juntas, forman la realidad, la parte que percibimos y la que aún no percibimos.
Cuando se apaga el ego, se levanta el velo que nos oculta la parte creada por la fuerza que da y podemos ver la imagen completa de la realidad. En ese momento, puede aparecer una forma de expresarla con puntos y líneas. Por eso el prisionero de Siberia, de repente, supo hebreo. En realidad, no «le cayó»; se reveló porque el sufrimiento venció su ego y eliminó el velo que lo ocultaba.
Después de explicarlo, Rabash dijo que, no necesitamos sufrir para revelar la parte oculta de la realidad. La sabiduría de la Cábala la revela sin ningún sufrimiento, sólo aprendiendo con un grupo que también desee revelar la parte oculta. A medida que estudian y trabajan en su conexión, comienzan a comprender el significado de las letras hebreas. Esto es parte de lo que Cabalá define como «logro espiritual».
Años después, el prisionero salió y vino a vivir a Israel. Su sufrimiento había terminado, pero también su iluminación. En ausencia del tormento, su ego volvió a despertar y a velar una vez más la parte oculta de la realidad.
Hoy, todos podemos revelar la imagen completa de la realidad. Lo único que necesitamos es estudiar Cabalá con personas afines. Hoy se puede estudiar en casi cualquier idioma y el material está disponible en línea. No necesitamos sufrir para revelar los secretos de la realidad ni el significado del alfabeto hebreo; lo único que necesitamos es desearlo.
Deja una respuesta