Observa el título, ¿no es lo que todos pensamos? El mundo es terrible; mira lo que pasó este año: la gente se volvió mezquina, hostil, desconfiada y crítica. Mira lo que pasó con las elecciones presidenciales; mira lo que pasa con la Covid-19; mira lo que pasa en las calles, entre afro americanos y blancos, súper ricos y bueno, entre todos, policías y civiles, el desempleo y los paquetes de estímulo, la lista es interminable. No importa a dónde mires, no encuentras nada bueno. La única excepción, por supuesto, soy yo. La gente es terrible, pero yo… No hay nada malo en mí. ¿No es lo que todos pensamos? Y si todos lo pensamos, excepto, quizás, unos pocos, ¿no es una maravilla que nuestro mundo sea lo que es?
En la sabiduría de la Cábala, vemos todo de manera muy diferente: Está escrito en la Mishná (Sanedrín 4:5), «Todos y cada uno debemos decir, ‘El mundo fue creado para mí'».
Según el libro Likutei Moharan, «De ello se deduce que si el mundo fue creado para mí, tengo que observar y profundizar en su corrección en todo momento, satisfacer sus necesidades y rezar por él».
En otras palabras, si el mundo es malo no es porque los demás sean malos y yo sea el único bueno. Al contrario, es malo porque soy negligente en mi deber de «observar y profundizar en su corrección en todo momento, satisfacer sus necesidades y rezar por él». Es decir, es malo porque no hago mi trabajo; es mi culpa que la gente sufra.
Cuando ves el trabajo que tenemos que hacer para lograr que el mundo sea un lugar mejor, verás que nuestro único trabajo es fortalecer nuestra cohesión. No hay nada malo en el mundo, excepto el modo en que nos relacionamos con otros y con la naturaleza en su conjunto. La sabiduría de la Cábala ve en cada uno el único responsable del estado del mundo, sin excluir a nadie. Podemos contar millones de historias sobre por qué no podemos hacer nada por el mundo, que personas o países poderosos nos impiden conectar o que son los verdaderos destructores del mundo.
Estas historias pueden ser verdaderas, pero aún tenemos que preguntarnos si hicimos lo mejor que pudimos para marcar la diferencia. Porque si no lo hicimos, somos culpables del pobre estado del mundo. Si todos actuáramos con base en esa premisa, el mundo sería ciertamente un gran lugar y ningún magnate o director de los medios de comunicación podrá lograr que sea peor. Lo único que se requiere para mejorar nuestro mundo, es nuestra determinación para lograrlo.
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