«En todos, incluso en los seculares, hay una chispa desconocida que a veces despierta y demanda unidad con Dios. Y cuando despierta, estimula la pasión por conocer o por negar a Dios, que viene a ser lo mismo» cabalista Yehuda Ashlag (Baal HaSulam), Escritos de la última generación.
Esta “chispa que exige unidad con Dios” es la raíz de nuestra alma, gracias a ella, sentimos desconexión con nuestro verdadero estado de ser, nos sentimos desconectados del Creador.
Desde la perspectiva psicológica, esta chispa puede compararse con un hambre profunda e insaciable. Así como una persona hambrienta anhela comer, una persona con la chispa despierta, siente un vacío interno que exige satisfacción. Y cuando siente ese vacío, no logra comprender qué es exactamente ni cómo satisfacerlo, pero es una fuerza poderosa que le impulsa a buscar algo más grande.
La gente lucha por identificar qué falta en su vida. Es posible que no reconozca de inmediato que es la falta de la divinidad, la ausencia de una conexión más profunda con el Creador, es decir, con la fuerza de amor, otorgamiento y conexión que creó y sostiene la realidad. En cambio, siente que la vida está vacía, sin propósito ni dirección y ansía “algo más”, algo que no puede definir. En su intento por llenar el vacío, puede que recurra al alcohol, las drogas u otras distracciones, pero estos medios revelan muy rápido su falsedad y deficiencia a la hora de dar satisfacción genuina.
Sin embargo, nuestra verdadera necesidad, nuestro deseo más íntimo, es conexión con Dios y necesitamos orientación para alcanzar esa satisfacción divina. Como mencionó Baal HaSulam en el extracto anterior, esta chispa “a veces despierta”, es decir, despierta periódicamente y cada vez que lo hace, provoca un deseo profundo de conexión con Dios. Lo que debemos hacer es asegurarnos de que este despertar no sea un suceso raro, sino una presencia constante en la vida. Podemos lograrlo explicando el propósito de la vida y por qué este sentimiento de falta de Dios aparece en el camino hacia el logro del propósito de la vida. Cuando reconocemos esta falta en relación con su propósito, la trayectoria se calibra de forma óptima hacia su destino final y así comienza nuestro desarrollo espiritual.
Una vez que esta chispa despierta, es fundamental nutrirla. Debemos leer, escuchar y acercarnos a todo lo relacionado con esta chispa. Este despertar espiritual, el deseo de espiritualidad que surge en nosotros, en Cabalá se llama “punto en el corazón”, es la clave para nuestro crecimiento espiritual.
Hay quienes niegan la existencia de esta chispa y quienes se sienten atraídos por ella. Esta variación depende de las circunstancias externas en las que te encuentres. No importa si niegas o te sientes atraído por la chispa; lo que importa es que tengas el conocimiento y las herramientas para reconocerla y nutrirla.
Nuestra misión en el Instituto de Educación e Investigación de Cabalá, Bnei Baruj, es explicar que lo que realmente necesitamos para llenar nuestra carencia interna es conexión con Dios, es decir, con la fuerza superior de amor y otorgamiento.
Al hacerlo, ayudamos a comprender el verdadero propósito y guiamos hacia una vida de plenitud espiritual. Con educación, apoyo y estímulo continuos, podemos ayudarla a despertar cada vez más esta chispa y brindar los medios para nutrir su desarrollo, lo que en última instancia conduce al propósito de nuestra vida: la conexión total con el Creador.
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