A medida que el mundo despierta a una nueva realidad, el papel imperativo de la mujer para unir las piezas rotas y reconstruir la sociedad es más evidente y urgente. El COVID-19 nos hizo darnos cuenta de este hecho, aún con más claridad, en el entorno más íntimo y básico que todos conocemos: el hogar. Como resultado de la orden de quedarse en casa, redescubrimos que la figura femenina en la familia, es prominente e influyente. Desde el hogar, esa misma importancia repercute en todos los ámbitos de la vida en los que participan las mujeres. La fuerza impulsora de la feminidad, como ninguna otra, es lo que el mundo necesita para comenzar la recuperación después del impacto causado por la pandemia.
Semana tras semana de encierro, reveló que el poder femenino es central en la familia, donde todos se sintieron totalmente dependiente de la mujer. Incluso si los hombres ayudan en las tareas domésticas, la mayor parte de la carga recae sobre los hombros de la mujer. Ahora, a medida que las restricciones impuestas por la pandemia, se levantan gradualmente y la gente regresa a su oficina, no podemos decir que los negocios serán como de costumbre. Nuevos juicios nos acompañarán cuando salgamos del hogar para regresar al mundo, uno de ellos será la impresión de la notable dedicación y determinación de la mujer en la vida de todos, que quedará impresa en cada uno y particularmente, en tiempos de desesperación, se reconocerá como lo que el planeta necesita en su intento de recuperarse.
El mundo como hogar de la humanidad
No sorprende que los resultados más positivos para frenar la pandemia de coronavirus se hayan producido en países dirigidos por mujeres, como se destacó recientemente en las noticias mundiales. Cuando la mujer toma la mayor porción en el liderazgo de nuestro hogar global común, es decir, la humanidad, sin duda nos beneficiamos porque habrá menos guerra, menos problemas y conflictos, en general, nuestro mundo estará mejor organizado.
Todo hombre sabe que si espera buen resultado, básicamente, en cualquier asunto de la vida, debe consultar con la mujer en casa, pues ella es más seria y práctica que él. Esto lo he observado en muchas culturas. Con pocas excepciones, incluso en algunos países donde las mujeres parecen vivir a la sombra, son las que guían y toman las decisiones. Es la mujer quien determina lo que sucede en la familia.
Si más hombres entendieran la importancia de escuchar a la mujer, cuando nos enfrentamos a desafíos multifacéticos, el estado del mundo sería mejor, en la forma en que conducimos la vida, en lo que adquirimos y en los objetivos que establecemos.
Cualidades femeninas para el bien de la sociedad.
La mujer, por naturaleza, desea organizar el mundo como organiza su casa, para que todos se sientan cómodos y bien. A diferencia del hombre, que es como niño que disfruta con sus amigos de las peleas en el patio trasero, la mujer no permitirá que las disputas infantiles y las riñas prevalezcan, como ha sido hasta antes de la pandemia. Igual que una madre, la mujer puede poner todo en orden dentro de la sociedad y detener luchas y competitividad imprudentes. Los hombres las escucharán. Esto es comparable a la inclinación del niño para escuchar a su madre. Ella le dio a luz, lo alimentó y lo crió, así que, entiende cómo controlarlo. Entonces, ¿por qué no debería administrarse nuestro hogar global común de la misma manera que nuestra familia? Si las mujeres se unen para este propósito y actúan con sensatez, sabiduría y fuerza, sucederá un cambio positivo.
Puede haber cierta sensación de que la mujer, no necesariamente está preparada ni desea asumir el liderazgo del mundo y así lograr el cambio que se requiere, en especial en este proceso de curación de la pandemia. Por eso, es crucial elevar la importancia del rol que la mujer debe jugar en la responsabilidad social al nivel más amplio posible.
Probablemente, también hay necesidad de una fuerza masculina más solidaria que ayude a unir a las mujeres y allanar su camino. Esa fuerza debería estar al lado de las mujeres para alentarlas y darles paso para que ocupen su merecido lugar y guíen. No sugiero que una parte de la sociedad necesite reemplazar a la otra. Todos aprendemos a complementarnos.
Un equilibrio dinámico así, entre géneros, debería emanar de la comprensión de que nadie; ni hombres ni mujeres, podemos volver a nuestra forma de vida defectuosa anterior. El viejo mundo que construimos está a punto de explotar, el coronavirus es sólo el primer signo. Debemos construir juntos un mundo nuevo, donde todos se dediquen a trabajar por una sociedad próspera, pero sostenible, en lugar de un patrón desequilibrado de contaminación y destrucción.
Este cambio no significa que tengamos que desmantelar todo y construir de nuevo, simplemente es ver empresas y compromisos desde una nueva perspectiva: que sea en beneficio de nuestros hijos, de toda la humanidad y de la naturaleza. Las mujeres darán una perspectiva aguda para determinar esas decisiones. En otras palabras, la mujer debería establecer y priorizar los objetivos y los hombres implementarlos. Con una cooperación mutua así, surgirá un terreno común de apoyo y comprensión.
Indudablemente es un tema que reconocer la labor de la mujer, por ello debemos prepararnos mas, desgraciadamente, diversas religiones en el mundo nos han atrapado con sus idiologías para ejercer sus poderes personales, acabando la fuerza natural para lo que fuimos hechos por la creación, en nuestra ignorancia, creamos hombres machistas, sin pensamientos de carácter que evolucione sus mentes, es como como este virus que arrasa con lo mas preciado por no saber cuidar el entorno, cuidar cada pensamiento obsoleto que no suma a ser mejor, quitarlo de nuestro interior para ver la realidad y sumarse a la educación de cada niño (a), que se convertirá en un adulto con mejores herramientas a fin de aportar a la humanidad sus talentos para un bien en común.
La mujer como una líder natural para guiar con amor y rigurosidad cuidando de todos y del entorno, porque el Equilibrio es lo que permite una vida armoniosa entre el ser con alma y la naturaleza