Existe el fenómeno de que, cuando estamos cerca de alguien que nos importa, nuestra respiración y latidos del corazón, pueden sincronizarse. Por ejemplo, cuando alguien que nos importa se siente mal, podemos tomarle la mano y eso aliviará su sufrimiento. En esa situación, las energías internas de uno fluyen hacia el otro, gracias al contacto táctil y, regulan su energía.
Uno de los puntos importantes es que, específicamente, un ser querido puede afectar nuestro estado. “Un ser amado” puede ser espíritu, temperamento o conexión interior. Si las personas no son cercanas, es poco probable que pueda funcionar.
Por eso, si queremos ayudar a enfermos, primero debemos sintonizarnos y sentir que son cercanos. Podemos hacerlo, pero es necesario sentir su mundo interior, los lugares que están desequilibrados y tratar de influir en su regreso al estado de equilibrio.
La persona sana en esa relación es la responsable de quien necesita ayuda. El que pide ayuda necesita cumplir una acción que no es simple. El resto de la relación, sin embargo, depende de la persona sana. En definitiva, hay aquel cuyo trabajo es pedir ayuda y, el que puede ayudar debe hacer todo lo que esté a su alcance para auxiliar.
Uno de mis alumnos me preguntó si podríamos expandir este concepto a la humanidad, si de alguna manera podríamos ayudar a la humanidad en los tiempos difíciles que está viviendo. De hecho, es un problema. Para empezar, ¿cómo sabemos si sacar a la humanidad de su estado actual es lo mejor? Si la humanidad está en estados difíciles es por una razón. Deberíamos pensar en cómo guiar a la humanidad hacia un estado mucho mejor, pero salir del descenso en el que se encuentra, podría no ser el mejor curso de acción.
Mientras tanto, seguimos estudiando, enseñando y compartiendo la sabiduría de la Cabalá, que nos da una salida del sufrimiento, nos da la posibilidad de ascender al acercarnos y apoyarnos unos a otros. No necesitamos nada más. Si nos apoyamos y animamos mutuamente, podemos avanzar juntos hacia una nueva vida.
El principio fundamental de Cabalá es “ama a tu prójimo como a ti mismo” y es también su punto más difícil. Es decir, voluntariamente debemos aumentar nuestra conexión con los demás, como si estuviéramos en la oscuridad, es decir, cuando nuestra naturaleza egoísta no siente necesidad de hacernos querer y conectarnos con otros. Sin embargo, si no buscamos activamente una conexión humana positiva, por encima de nuestros impulsos divisivos, estamos condenados.
El momento en que restringimos la resistencia que tenemos para conectarnos positivamente con los demás, es el mismo momento en que nos elevamos por encima del sufrimiento. Si nos retrasamos en nuestros esfuerzos voluntarios por impulsar la conexión por encima de las diferencias, el sufrimiento nos obligará. Es como una persona que es golpeada con un palo una y otra vez, hasta que finalmente encuentra el camino hacia la felicidad.
La sabiduría de la Cabalá explica las leyes integrales de la naturaleza y el papel del ser humano en ella. Al estudiar la sabiduría de la Cabalá, podemos atraer las fuerzas de conexión de la naturaleza, que nos ayudan a elevarnos juntos por encima de nuestras diferencias. Al hacerlo, la conciencia humana avanza por delante de la llamada “aplanadora de la evolución”, la trayectoria evolutiva natural que conduce a más y más sufrimiento.
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