Tu Bishvat simboliza un estado muy especial en la vida de una persona, marcado en el calendario judío el quincuagésimo día de Shevat. Se asocia tradicionalmente con el “año nuevo de los árboles” con la pregunta obligada: “¿Cómo se relaciona esto personalmente conmigo?” Está escrito en la Torá, “un hombre es como un árbol en el campo” (Deuteronomio 20:19); y descubrir el profundo significado de esta frase, es nuestra clave para una existencia fructífera y floreciente.
La celebración de Tu Bishvat representa el estado en el cual nos damos cuenta del fruto de nuestro trabajo de “plantarnos” en el entorno óptimo, para empezar a crecer y determinar una nueva vida con nuevos principios y metas, hasta que finalmente seamos recompensados con el fruto del “árbol del conocimiento”, el “árbol de la vida”. Alcanzamos Tu Bishvat cuando descubrimos un mundo de bondad y perfección, opuesto al mundo que actualmente percibimos.
No llegamos súbitamente a Tu Bishvat. Lo alcanzamos sólo después de un proceso gradual de desarrollo, que comienza con una semilla, un deseo que tiene una impresión de nuestra raíz espiritual más profunda, que se debe alimentar apropiadamente hasta que se convierta en un árbol que brinde la fruta que cosecharemos: el alcance del mundo espiritual de completitud y tranquilidad. Para recoger esa abundancia, nuestro desarrollo espiritual óptimo requiere la influencia de una sociedad que apoye y estimule espiritualmente.
Del mismo modo que un árbol depende completamente de su entorno, así nosotros los humanos. La única diferencia entre los dos es que nosotros podemos movernos a un nuevo entorno -si el actual es perjudicial-, mientras que el árbol no puede hacerlo. Por lo tanto, la fase inicial y más importante de nuestro desarrollo es el reconocimiento del bien y el mal en nuestro entorno.
Cada uno de nosotros debe realizar un propio escrutinio y una evaluación de quienes nos rodean, para determinar si nos encontramos en un campo fértil – que nos ayude a avanzar hacia nuestro objetivo sublime de realización por encima del nivel terrenal básico -, o si estamos en una tierra pobre, que nos aleja de tan exaltado propósito.
Podemos alcanzar el estado deseado cuando adquirimos las cualidades de la naturaleza – de amor, otorgamiento y conexión. Sin embargo, este objetivo exige sobreponernos a nuestra naturaleza egoísta, a nuestra visión estrecha de corto alcance -a través de la que intentamos aprovechar todo y de todos para beneficio propio-, y adquirimos una opuesta, de amor y otorgamiento, en la que nos conectamos positivamente unos con otros. Para hacerlo, no necesitamos corregir a las demás personas. Somos nosotros los que debemos corregirnos a nosotros mismos.
La experiencia de esta transición -de nuestra naturaleza egoísta, a la naturaleza altruista- se conoce como “corrección” en la sabiduría de la Cabalá. La corrección está marcada por un cambio en nuestra actitud hacia los demás y hasta que no hagamos este movimiento, la realidad amplia, armónica – donde todos estamos conectados positivamente- seguirá oculta para nosotros. Actualmente no tenemos éxito para ver esta realidad, donde el amor y el otorgamiento moran entre nosotros, porque percibimos el mundo circundante y a nosotros mismos de acuerdo a nuestras cualidades egoístas internas, pensando y actuando constantemente centrados en la pregunta “¿qué provecho personal saco de eso?”, sin importarnos el prójimo. Cuando cambiemos nuestro enfoque -de recibir a dar- descubriremos el mundo espiritual superior, un mundo de amor, otorgamiento y conexión positiva; y de pronto, veremos un nuevo nivel de existencia, en el que cada uno experimente conexiones equilibradas, positivas y armónicas. La naturaleza ha concebido este estado para toda la humanidad, como está escrito en el Talmud de Babilonia, “vi un mundo invertido”.
De hecho, los cabalistas explican que el mundo superior se revela como un árbol invertido a los ojos de nuestro mundo. En el campo, cuanto más crece un árbol por encima de la tierra, más profundo crecen sus raíces debajo del tronco. Los árboles se conectan unos a otros por debajo de la tierra, a través de una extensa red de raíces. De forma parecida, nosotros ascendemos al profundizar en nuestras conexiones con los demás, porque nuestra actitud hacia la humanidad, es la forma en que adquirimos las fuerzas espirituales superiores.
Cuando alcancemos dicho nivel de conexión, todo lo que antes percibimos como fracturado, se verá como si se hubiera volteado al revés, revelando la realidad como plena y con propósito. Este es el estado de Tu Bishvat. Es la sensación de que la Divinidad (Shejiná) llena el mundo, la revelación de una fuerza superior que gobierna todo y da una sensación de eternidad y llenado infinito. Este es el fruto del “árbol del conocimiento” que cosecharemos al final de nuestro desarrollo, cuando esté maduro y estemos listos para disfrutarlo.