La creciente inflación parece haber tomado a todos con la guardia baja. La tasa de inflación de EUA, del 8.3% en abril, si bien representa una desaceleración en comparación con los meses anteriores, sigue siendo demasiado alta para que estén cómodos. La situación no es mucho mejor en Europa, donde la inflación subió al 8.1%. Los precios están subiendo en todo el mundo y nadie sabe cómo detenerlos. Con toda probabilidad, la reacción en cadena del alza de precios los elevará varios niveles y la escasez de gas, trigo, petróleo, semiconductores y otros productos empeorará la situación. En efecto, se avecina un gran lío.
El problema es que algunos de los productos cuyo suministro fue obstaculizado, como los semiconductores, el trigo y el gas, son la base de la industria y la producción de alimentos del mundo. Necesitamos trigo para casi todo lo que comemos, necesitamos gas y chips de computadora para casi todo lo que producimos. Por eso, su ausencia obstaculiza la economía global y la producción de alimentos. Los primeros en sufrir serán África y posiblemente gran parte de Asia oriental. Miles de millones pasarán hambre, ¡miles de millones!
Pero el hambre es sólo el principio. La gente hambrienta no se detendrá ante nada. Cuando naciones enteras pasan hambre, estallan guerras y los conflictos se tornan violentos. El cataclismo que acaba de comenzar podría ser peor que nuestra peor pesadilla, ni siquiera podemos imaginar. Además de los desastres provocados por el hombre, también podemos esperar que, desastres naturales como inundaciones e incendios causen estragos en el mundo. Algo que se podría hacer es abastecerse de alimentos básicos. Aunque, no creo que ayude mucho, pues estamos en una crisis prolongada, no terminará en unas semanas.
Si algo puede ayudar, es darnos cuenta de que estamos en el mismo barco. Actualmente, el barco está lleno de agujeros y se hunde muy rápido. Podemos tapar esos agujeros si nos unimos y trabajamos juntos a todos los niveles, desde el personal hasta el internacional.
Pero, la colaboración requiere reconocer nuestra interdependencia y sobre todo, confiar. Sin eso seguiremos tratando de ayudarnos sólo a nosotros mismos y nos hundiremos todos.
Además, si logramos colaborar, pensar en el bien común y no sólo en el nuestro, veremos que realmente no falta nada. Antes de que estallara la guerra entre Rusia y Ucrania, ya desechábamos al menos un tercio de los alimentos que producíamos. En otras palabras, hay mucha comida, pero no hay disposición para compartir, esa es la verdadera razón del hambre y de todos los problemas que estamos sintiendo.
Esta crisis nos enseñará que sólo podemos tener éxito si trabajamos juntos por el bien común. Aunque, por cada lección hay una tarifa. Cuanto antes aprendamos la lección, menor será la tarifa. Mientras más nos detengamos, mayor será la tarifa y más dolorosa la lección.
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