El viejo mundo murió y yo no podría estar más feliz. Nada de lo que conocimos volverá a ser igual; relaciones de pareja, hijos, lugares de trabajo, relaciones internacionales, todo cambió. El ego que predominaba en todas estas relaciones está muriendo, asfixiado por los cierres recurrentes y otros factores que impone el virus.
La humanidad canta un réquiem al viejo mundo y yo estoy dichoso al saber que llega algo nuevo. Lo he esperado durante décadas y ahora, finalmente llegó. Naturalmente la transición no será fácil. Habrá mucha angustia y dolor en el camino; pero cualquiera que comprenda, como yo lo hago, que el mundo por venir estará gobernado por amor y responsabilidad mutua, estará feliz en estos días.
Las primeras etapas ya están ocurriendo; no se generan nuevos trabajos que reemplacen los que desaparecieron, cada vez más gente se da cuenta que el coronavirus no es una crisis, es una transformación. Reconoce que tendrá que cambiar de trabajo o de carrera. Sabe que su vida está cambiado por completo.
Aunque es sólo una parte de la realidad. La verdad es que se tendrá que transformar el modo de pensar sobre la vida. Aprenderemos a percibir todo de manera diferente, a nuestros semejantes y nuestras relaciones, entre personas y con el mundo.
La perspectiva individualista y egocéntrica, donde cada uno se preocupa por sí mismo y (en el mejor de los casos) por sus seres queridos. Trascenderá por encima del ego y creará un ambiente donde todos son iguales e importantes, contribuyen de igual forma y se preocupan por los demás. La gente desarrollará una conciencia de grupo que anulará el individualismo. Esa conciencia de grupo determinará lo que sucede en su vida. A diferencia del ego que sólo lucha por su supervivencia, hasta que perdemos y con ello la vida, en el mundo por venir no habrá perdedores, pues ganar es hacer que todos se sientan valiosos, dignos e importantes o simplemente felices. Lo material será la preocupación menor. Las máquinas pueden hacer mejor el trabajo que los humanos, entonces ¿de qué deben preocuparse los humanos? Sólo de construir una nueva sociedad, eso es lo que sólo los humanos pueden hacer.
Todo lo que conocemos hoy, con base en el ego, cambiará dramáticamente. Leyes, educación, mercado laboral, atención médica, vivienda, en fin, todos los ámbitos en los que actualmente manifestamos nuestro ego, se modificarán, pues utilizaremos nuestras habilidades para expresar preocupación por los demás.
Si sentimos odio cuando pensamos en un mundo así, es nuestro ego el que lo siente. Una vez que estemos libres de las cadenas del ego, entenderemos lo que realmente es libertad. Todos podrán y además desarrollarán su potencial al máximo. La sociedad apoyará activamente a cada uno para que siga sus sueños, pues esos sueños contribuirán a la sociedad, la harán más rica, más unida y más vibrante.
Grandes cantidades de energía y fondos estarán disponibles, pues actualmente están retenidos por autoridades que mantienen nuestro ego imprudente. Pero cuando trabajemos en beneficio de la sociedad, estas entidades no serán necesarias y los abundantes recursos humanos y monetarios dedicados a mantenerlas en funcionamiento, estarán al servicio de la sociedad.
No tenemos idea de la riqueza que produce la humanidad. Cada uno produce cada día, varias veces más de lo que consume. Actualmente el excedente va para el estado y los ricos. Pero la COVID está obligando a todos a actuar más socialmente; nos enseña que, nadie será feliz a menos que todos seamos felices.
De hecho, podemos acelerar la transformación con ejercicios simples y útiles. Por ejemplo, si comenzamos a usar mascarillas , no para evitar contraer el virus, sino para evitar transmitirlo, se creará un cambio en nuestra percepción del mundo. Este es sólo un ejemplo, pero como dice el refrán, «Un viaje de miles de kilómetros comienza con el primer paso».
La humanidad ha visto muchas revoluciones en su historia, pero nunca ha visto una transformación. Somos la primera generación que se transforma en un nuevo ser: más amable, más sabio, mejor.
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