La guerra en Ucrania parece estar en un punto muerto; Rusia subestimó la determinación del pueblo ucraniano y el poder militar de su ejército. Ucrania no es lo suficientemente fuerte como para expulsar, por completo, a las fuerzas rusas del país. Como resultado, una guerra que muchos esperaban que no durara más de dos semanas, antes de que Ucrania capitulara, se convirtió en una guerra de desgaste que está diezmando las ciudades de Ucrania, desplazando, hasta ahora, a una cuarta parte de su población y matando a miles de civiles. En el otro extremo, la guerra está agotando el poderío militar de Rusia, agotando sus recursos y frustrando su liderazgo.
En Ucrania está sucediendo un proceso más oculto y muy significativo: el adiós a las ideologías impuestas y el inicio de un enfoque más racional de gobierno. Winston Churchill, primer ministro de Inglaterra, durante la Segunda Guerra Mundial, sabía un par de cosas sobre la lucha contra los tiranos. En 1947, dijo: «Se han probado muchas formas de gobierno y se probarán más en este mundo de pecado y desdicha. Nadie pretende que la democracia sea perfecta ni omnisciente. De hecho, se dice que la democracia es la peor forma de gobierno, a excepción de todas las demás formas que se han probado de tiempo en tiempo».
Tiendo a estar de acuerdo con esta afirmación, aunque es evidente que hemos sido testigos de los fallos de los regímenes occidentales desde 1947 en más de una ocasión. Y no es porque haya que cambiar el enfoque occidental de gobierno, sino porque hay que añadir un elemento que falta para consolidar y garantizar su éxito: preocupación sincera por los demás.
Si los gobiernos occidentales están plagados de las mismas ansias de poder que ensucian a todos los demás regímenes, inevitablemente se volverán despóticos, aunque quizás con títulos que suenen más atractivos y más engañosos.
Para tener éxito, el objetivo de la civilización occidental debe ser establecer sociedades no sólo libres de tiranía, sino libres del odio, pues el odio es causa de tiranía y opresión.
Liberarse del odio es el siguiente paso de la humanidad. Es imperativo mantener la democracia mientras evolucionamos, pero no debemos pensar que la democracia es el fin del camino. Mientras tanto, debemos aprender a cuidar a los demás, empezando por nuestro propio país y terminar cuidando a otras naciones igual que cuidamos la nuestra. Sólo así, la humanidad tendrá un futuro que no esté sembrado de sangre.
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