Con respecto al bien y al mal: «No importa cómo nos comportemos ni dónde estemos, al final nos saldremos con la nuestra, porque Dios es bueno y misericordioso con nuestra gente». Ese es el cálculo judío habitual para Yom Kipur, Día de la Expiación. Para decirlo simple y llanamente: piénsalo dos veces, porque es una tontería. Nuestro “trato especial”, en realidad, puede resumirse en golpes constantes que nos empujan continuamente hacia un profundo examen de conciencia sobre nuestro comportamiento egoísta y dañino hacia los demás. Sin embargo, sólo al aceptar nuestro estado no corregido, ya es un gran paso hacia la verdadera oración que necesitamos, una que traiga perdón y redención.
Pero, ¿cuál es una oración verdadera? Es un proceso interno de auto-escrutinio que me lleva a comprender que tengo un problema, porque no puedo encontrar ninguna justificación de la forma que soy ni de mis deseos y acciones egoístas en beneficio propio, a expensas de los demás.
Es la naturaleza con la que fuimos creados y la heredamos desde el nacimiento, por eso, para elevarnos por encima de ella y realmente desear ser considerados con los demás, debemos pedir al Creador ayuda y corrección.
Este año, la pandemia nos da una oportunidad especial para esa súplica. Nuestra situación desesperada funciona como ayuda en contra, al agregar urgencia a nuestro llamado. Las restricciones de la sociedad no tienen por qué interferir con la esencia o eficacia de nuestra oración. La cercanía física y el lugar espiritual donde tiene lugar la oración, no tienen nada que ver con lo que sucede en el corazón. La separación física, en lugar de ser un obstáculo para nuestra conexión, revela la verdadera distancia entre nosotros, las grandes brechas y la separación de nuestro corazón.
Con los desagradables problemas de nuestro tiempo, finalmente podemos descubrir qué es lo que deberíamos pedir. Si logramos ese discernimiento, la crisis actual será una ayuda invaluable para nosotros.
Como está escrito, “No hay momento más feliz en la vida del hombre que cuando descubre que es totalmente impotente y pierde fe en su propia fuerza, pues hizo todos los esfuerzos posibles, pero no logró nada. Esto es porque, precisamente en este momento, en ese estado, está preparado para la oración completa y clara ante el Creador”.
Cabalista Rav Yehuda Ashlag, Pri Hajam: Igrot Kodesh.
Debemos orar para sanar las heridas que nos infligimos unos a otros en la vida diaria, cuando tratamos a todos y a todo lo que nos rodea con desprecio y falta de consideración, perseguimos sólo nuestros objetivos personales, en contra del bien común.
El verdadero pecado es que no quiero saber cuál es mi pecado ni el daño que hago a los demás. Sólo eso. Porque si lo hubiera sabido, habría entendido que debería haber recurrido al Creador para pedir corrección. En el estado actual de inconsciencia, no podemos descubrir, en nuestras acciones, la situación real que enfrentamos. Realmente no creemos que nuestras cualidades y acciones sean tan malas.
Mi pecado es que no revelo mi verdadera maldad, no me la atribuyo a mí mismo y me niego a pensar que necesito cambiar. No pido poder amar a los demás ni ayudar a otros ni sacrificarme, al menos un poco, por el bien de la humanidad. Ni siquiera pienso en eso. Por eso, en primer lugar, debemos comprender que ese es nuestro pecado y ese debe ser el lugar del verdadero remordimiento en nuestro corazón.
En nuestro mundo globalizado, cada día es más claro que la humanidad está más conectada y es interdependiente. En realidad, todo es tan confuso y entrelazado que, incluso si no le hago daño a nadie de forma activa, no significa que no haya causado ningún mal. Simplemente no hice el bien y con esa omisión, causé daño. También nuestra inacción, es transgresión. En lugar de tratar de arreglar el mundo, primero debemos arreglarnos a nosotros mismos y aprender a ser ejemplo para los demás.
Particularmente en este Yom Kipur, mientras nos enfrentamos a una poderosa plaga de la naturaleza en forma de coronavirus, podemos comprender, que la situación nos da a cada uno la oportunidad de una profunda introspección. Podemos darnos cuenta de que una oración real no es la lectura mecánica de versículos, sino un escrutinio profundo de nosotros mismos, que nos acerque a una solicitud honesta de unidad, como nuestro objetivo final.
¡Que logremos la verdadera conexión de nuestros corazones y seamos inscritos y sellados en el Libro de la Vida por un buen año!
Muy de acuerdo Quiero reconocer mis faltas delante DEL ETERNO con mi corazón y mi Alma y pedir misericordia. Gracias Rab EL ETERNO nos dé su Misericordia y perdone nuestras faltas y nos de un año bueno 🙏💕