Foto: Chris Lee (Para más información: https://orpheusnyc.org/)
Desde mi primera infancia, mis padres querían que fuera músico. Me enviaron a la escuela de música donde aprendí a tocar el piano y me llevaron al cine a ver películas de grandes compositores y músicos. Lo odiaba, pero aprendí a amar la música, especialmente la ópera. También aprendí a apreciar las complejidades y galimatías de tocar en una orquesta. Por eso, cuando escuché que hay una orquesta en la ciudad de Nueva York que toca sin director, me intrigó. Es más, vi que no se trata de un experimento efímero y este año la orquesta, llamada Orpheus, celebra su 50 aniversario, su lema es «Experiencias musicales extraordinarias gracias a colaboraciones innovadoras».
Orpheus se enorgullece de su «capacidad única para crear colectivamente» y ha estado tocando regularmente en el Carnegie Hall. Hasta la fecha ha grabado más de 70 discos con sellos como Deutsche Grammophon, Nonesuch y otros. Según el sitio web de Orpheus, «El sonido de Orpheus se define por sus relaciones».
Como aficionado a la música, sé lo difícil que debe ser para una orquesta de 30 músicos crear música buena y conmovedora. «Una cosa es que cuatro músicos de un cuarteto de cuerdas se inclinen hacia el sonido del grupo y reaccionen espontáneamente», admite el propio sitio web de la orquesta, «pero con 20 o 30 músicos juntos, las complejidades y los beneficios se elevan exponencialmente».
Creo que es casi antinatural. El director es la mente detrás de las notas que toca cada músico. Sin un director que canalice el ego de cada uno, en bien del conjunto, es una maravilla que un grupo así pueda sentirse uno a otro y tocar juntos en armonía.
Sin embargo, si los músicos acuerdan «conducir» su propio ego y los músicos de Orpheus es claro que lo hacen, realmente pueden escucharse unos a otros y crear un nuevo nivel de armonía. Ese nivel no se puede alcanzar sin que un conductor de carne y hueso imponga su voluntad a los músicos. Sólo si ellos «eligen» escuchar a la orquesta en lugar de a sí mismos pueden alcanzar un nuevo nivel de maestría musical.
Se necesita un gran trabajo interior para hacerlo. En esta orquesta deben estar afinados los instrumentos de cuerda, viento y metal, pero más importante, afinar el corazón de los músicos que los tocan.
Si eso fuese en todos que el corazón no sólo nos sirva para vivir sino para dejar de dañar a la naturaleza. Le pido al Espíritu Santo que me de sabiduría para vivir en una familia disfuncional, que lo mejor será distanciarse de ellos. Dios los bendiga grandemente.