En el mundo, los países están sintiendo la segunda ola de Covid-19. Las infecciones aumentan y ciudades y países restablecen las órdenes de confinamiento. Los sentimientos más agudos en este momento parecen ser la incertidumbre y la desesperación. En la primera ola, pensamos que nos quedaríamos en casa por unas semanas y despertaríamos de la pesadilla del coronavirus. Ahora, en la segunda ola, comenzamos a darnos cuenta de que no va a desaparecer.
La única forma de prevenir, es evitar el contacto con la gente, pero ¿cuánto tiempo podemos hacerlo? Somos seres sociales y la compañía de otros es necesidad existencial para nosotros. Parece que nos vemos obligados a elegir entre la opresión por estar encerrados en nuestra casa y la opresión por el virus. Además, de la tensión entre los que eligen salir y disfrutar de la compañía de otros y los que quieren permanecer en casa y protegerse a sí mismos y a sus seres queridos, está la tensión ya creciente en la sociedad. El pronóstico para una sociedad en ese estado no es bueno, por decir lo menos.
Sin embargo, hay una forma de salir del problema. No hemos querido intentarlo, pero hay una salida. Dado que nuestro conflicto con la naturaleza nos trajo el virus, poner fin al conflicto es la forma de eliminarlo.
Me gusta ver programas de televisión sobre la naturaleza. Cuando ves cómo se comportan los animales, ves que, aunque su vida gira en torno a comer otros animales o escapar del que quiere comerlos, hay equilibrio perfecto. No hay odio; simplemente hay un mecanismo natural que hace que la naturaleza funcione en perfecta armonía y la vida prospere.
Sin embargo, los seres humanos, carecen de equilibrio. Comemos demasiado, acumulamos cosas que no necesitamos, tiramos cosas perfectamente buenas y ensuciamos el planeta. Mientras que la mitad del mundo tiene sobrepeso, la otra mitad muere de hambre.
Y lo peor de todo, nos matamos unos a otros, abusamos de los demás, nos atormentamos mutuamente y disfrutamos al humillar a otras personas. Somos seres odiosos, los únicos seres odiosos en la naturaleza. Estamos en conflicto con ella y somos totalmente opuestos.
Si bien, la naturaleza funciona como un sistema integral cuyos elementos están conectados y dependen unos de otros, actuamos como si fuéramos seres separados de la humanidad y de la naturaleza, cuando la verdad es exactamente lo contrario. Pero como nos sentimos separados, estamos destruyendo nuestro hogar.
El coronavirus nos obliga a comportarnos de forma más responsable. Nos exige mantenernos separados, restringir nuestro consumo, limitar nuestra explotación y disminuir los daños que estamos infligiendo al planeta. Si voluntariamente dejamos de dañar, no necesitaríamos que el virus nos limite. Nos limitaríamos y eso impediría la aparición de éste y otros virus.
Piensa, las medidas que debemos tomar para derrotar al virus son las mismas que debemos tomar para salvar el planeta y dejar de explotar a los demás. Pues si cambiáramos la forma en que nos tratamos unos a otros y al planeta, eliminaríamos el virus, sin siquiera intentarlo.
Con toda probabilidad, no habrá vacuna para Covid-19. Pero, incluso si se encuentra, los epidemiólogos advierten que es probable que, en los próximos años, veamos más y más virus infectando a la humanidad por eso, combatirlo es una causa perdida. Nuestra única salida del laberinto es cambiar nuestra actitud de explotadora a cooperativa, de alienación a conexión. Hoy es más claro que nunca.
Totalmente de acuerdo