¿Usar mascarillas o no usar mascarillas? ¡Esa es la cuestión! Mientras el mundo se enfrenta a la segunda (y en algunas partes tercera) ola de Covid-19, los países están debatiendo si, dónde y en qué situaciones deberían hacer obligatorio el uso de las mascarillas. Las autoridades insisten en que es vital para prevenir la infección. Esto es cierto, pero no por las razones que pensamos naturalmente. La mascarilla no nos protege de los gérmenes de otras personas; protege a otras personas de nuestros gérmenes. Por esta razón, sólo si todos cumplimos con las normas del uso de las mascarillas nos curaremos del virus. Y en el proceso, nos curaremos de la falta de responsabilidad mutua en nuestra sociedad.
Según el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), «La mascarilla puede ayudar a evitar que los que tienen COVID-19 transmitan el virus a otros». Fíjense en la explicación que da el CDC: «La mascarilla se recomienda como una simple barrera para ayudar a prevenir que las gotas respiratorias viajen por el aire y hacia otras personas, cuando la persona que lo usa tose, estornuda, habla o levanta la voz». En otras palabras, el CDC nos dice que la mascarilla no es para protegernos de los demás, sino para proteger a los demás de nosotros. En pocas palabras, si todos nos comportamos como si estuviéramos infectados, eliminaremos la pandemia en cuestión de semanas. Curiosamente, resulta que usar mascarilla es un acto de bondad, aunque sólo queramos ayudarnos a nosotros mismos.
La naturaleza, en su forma sutil, nos enseña que dar es bueno para el que da. Abre nuestra mente y vemos que dependemos unos de otros. Nos muestra que solo si pensamos en los demás, también nosotros mismos estaremos seguros. Pero como somos reacios a dar y a preocuparnos y sólo nos centramos en ayudarnos a nosotros mismos, las autoridades nos animan a usar mascarillas para nuestra protección. Es correcto; la mascarilla nos protege, pero sólo si otros lo usan. Cuando lo usamos, ¡protegemos a los demás!
Mientras más atentos estemos a los avisos de la naturaleza, más rápido aprenderemos a comportarnos en la nueva realidad que nos impone. En esta realidad, somos dependientes unos de otros y nos apoyamos mutuamente. No podemos vivir ni siquiera físicamente, sin los demás, por eso, debemos construir nuestros sistemas sociales para atender las necesidades de toda la gente. En la nueva realidad, no habrá explotación ni enajenación ni opresión porque paralizarán al agresor. Todo el daño que hacemos a los demás volverá y nos perseguirá como bumerang.
Aún no entendemos que aquí es a donde la naturaleza nos lleva, aunque sus sutiles pistas nos marcan el camino. La naturaleza nos trata con amabilidad, nos deja elegir entre: aprender rápido, curar nuestro mundo y llevar a la humanidad a una nueva era o, ser obstinados y aprender por el camino duro y doloroso que tenemos que proteger a los demás con el fin de protegernos a nosotros.
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