Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

Vientos de cambio: Estados Unidos se retira del Consejo de Derechos Humanos de la ONU

Cuando hay un observador internacional que parece mirar obsesivamente en una sola dirección, ¿no es señal de que hay un problema serio que merece atención? El acto sin precedentes de EUA al retirarse del Consejo de la ONU para los Derechos Humanos, marca un punto de inflexión en un nuevo enfoque global destinado a lograr equilibrio y eficiencia de los organismos que gobiernan el mundo.

Nikki Haley, embajadora de EUA ante las Naciones Unidas, defensora de este nuevo enfoque transformador en la arena diplomática y representante de la visión de la administración actual, se mostró contundente al exponer por qué se adoptó la decisión: «Durante demasiado tiempo, el Consejo de Derechos Humanos ha protegido a los violadores de los derechos humanos y ha sido un pozo negro de parcialidad política. Lamentablemente, ahora está claro que nuestro llamado a la reforma no fue escuchado».

El acto es refrescante. Simboliza el inicio del fin del viejo mundo caracterizado por la priorización de los intereses de unos pocos a expensas de los intereses de la mayoría. Los vientos de cambio han sido introducidos por un nuevo orden de creciente interdependencia de la humanidad. Y cuando se trata de una máquina tragamonedas como es la ONU, que tiene un historial altamente cuestionable para resolver los problemas más apremiantes del mundo, tal cambio es necesario.

La ONU escoge afanosamente a ciertas naciones e ignora las violaciones de otras. Según UNWatch, entre 2012 y 2015, un asombroso 86 por ciento de las resoluciones aprobadas por la Asamblea General fueron contra un solo país: Israel. En particular, el Consejo de Derechos Humanos ha sido un participante clave en esta actividad. En una década, desde su creación en 2006, ha aprobado 135 resoluciones criticando países, más de la mitad de ellas en contra de Israel.

Como paradoja, muchos de los países miembros que evalúan las normas de derechos humanos y dan sermones a otros son clasificados como «no libres» por Freedom House: Afganistán, Angola, Burundi, China, Cuba, Congo, Egipto, Etiopía, Iraq, Qatar, Ruanda, Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos y Venezuela.

El estado actual nos hace reconsiderar la relevancia de los organismos internacionales para una mejor humanidad y también, revisar si debemos continuar perpetuando la existencia de organizaciones que sirven principalmente a intereses de las élites políticas y financieras.

La buena noticia es que hay signos de transformación global. Los límites de las relaciones internacionales se vuelven cada vez más borrosos, como lo vimos recientemente con la Cumbre del G7 y la reunión entre el presidente de EUA y el líder de Corea del Norte. Hoy, cualquier reunión se puede configurar en cualquier momento según las necesidades. No hay necesidad de reuniones inventadas por representantes con disfraz pluralista.

El mundo interdependiente de hoy no requiere de cuerpos representativos artificiales que nos ayuden a acercarnos. Nosotros mismos podemos fortalecer nuestra solidaridad y causar un cambio fundamental en nuestras relaciones. Cuando los líderes de las naciones y el pueblo en general, logren darse cuenta del alcance de nuestra interdependencia global, podremos avanzar a grandes pasos hacia una sociedad global armónica.

¿Cómo? Al establecer programas educativos de enriquecimiento de conexiones que nos ayuden a adaptarnos positivamente a las nuevas condiciones globales interdependientes. En última instancia, la gente debe aprender a aceptar, comprender y llevarse bien con todos y también a recibir la influencia de una atmósfera de comprensión mutua, apoyo, conciencia y sensibilidad. Estos programas, guiados por un «consejo sabio» de personas que luchen por el interés de la sociedad, dejarían en claro que el futuro brillante del mundo no depende de la ONU ni de ningún otro actor en la escena internacional, sino de la calidad de las conexiones humanas.

 

(Fotografía: Reuters)

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