La Covid-19 ha cobrado casi 350,000 vidas en Brasil y otras miles de vidas en India, las vacunas son exasperantemente lentas y miles de víctimas son agregadas al recuento cada día. Mientras tanto, los países europeos tienen acceso a las vacunas y sus recuentos diarios se encuentran en los tres dígitos inferiores. Sin embargo, las tragedias que se desarrollan en Brasil o en la India reciben poca o ninguna atención de los medios, mientras que la lucha en Europa, que, por cierto, podría haber tenido más éxito, si no fuera por la incompetencia burocrática, recibe toda la atención. ¿Las vidas brasileñas valen menos?
A juzgar por la cobertura de los medios, la respuesta es clara. Sin embargo, en verdad, la respuesta es incluso peor; «Sí, valen menos». La atención desigual que recibe la tragedia en Brasil y en algunos otros países de América del Sur, demuestra nuestro nivel de ensimismamiento. Ahora se encuentra en un punto en el que es imposible responder a la pregunta sobre el valor de la vida, simplemente porque nadie lo piensa. Parece que no vale la pena discutir la vida, sólo la calificación y la cobertura.
No es novedad, por supuesto, pero cuando se vuelve tan patente, aún vale la pena mencionarlo, aunque sólo sea para recordarnos la naturaleza de nuestro ser. Los humanos, lo estamos viendo una vez más, somos egoístas hasta la médula.
Hagamos una pregunta: si, en bien de la discusión, pudiéramos hacer lo que queramos, cuando queramos y nadie, absolutamente nadie, se entera ni nos señala con el dedo ni nos castiga ni nos reprocha de ninguna manera, ¿Cómo sería nuestro mundo? ¿Cómo nos comportaríamos si fuera el caso? Estoy seguro que lo puedes imaginarlo, tenemos mucho más que aprender sobre nuestra naturaleza de lo que se ha revelado. Quizá sería prudente imaginar lo que haríamos si pudiéramos, en lugar de esperar a que se manifieste, pues vemos que, gradualmente, lo que no imaginamos, se materializa en la realidad.
Si pudiera darle a la humanidad el mejor obsequio, haría que todos vieran la verdadera naturaleza humana, lo más rápido e inofensivamente posible. Eso nos haría buscar con sinceridad corregir nuestra naturaleza, en lugar de emplear arreglos improvisados que permiten que el absceso se hinche aún peor, hasta que explote dolorosamente.
Aún así, la pandemia no cejará. Como he dicho innumerables veces, estamos en un momento diferente, ahora nuestra interconexión impone una solución que lo abarque todo. No seremos curados del virus ni de una u otra mutación, hasta que curemos nuestro ego. Hasta entonces, cualquier indulto de su látigo, será de corta duración y cada golpe que siga será más doloroso que el anterior.
Buen día, saber que en mi está la perversidad del alma, he buscado hasta el cansancio la solución y lo único que conseguí fue alimentar al ego hasta que gracias a Dios tuve un accidente del cual tengo discapacidad pero eso me conectó el cerebro y clame a DIOS. la máxima potencia para poner al ego a su justa medida y adquirir humildad muchas gracias 🌹 Dios los bendiga grandemente 🙏🌹